Manipulación de la información
Empecemos por diferenciar dos conceptos importantes:
- Información errónea
Se refiere a información falsa, inexacta o sin validar, que se distribuye comúnmente sin intencionalidad o malicia. Puede adquirir diferentes formas: Mitos, rumores, engaños (bromas), teorías de conspiración, etc.
La información errónea puede afectar significativamente ya que es causa de malos entendidos, creencias sin sustento (supersticiones, suposiciones), pánico público, daño a individuos o grupos, e incluso influye en la opinión pública o decisiones políticas.
Muchas ocasiones, esta información errónea es producto de viejas creencias, estereotipos, nuestra personal parcialidad hacia ciertas ideas o la propia credulidad.
- Desinformación
A diferencia de la información errónea, la desinformación es distribuida deliberadamente con el objetivo de manipular, confundir o influir en la opinión pública, usando información falsa o inexacta ya sea imágenes, videos, textos, audio o publicaciones en redes sociales.
Generalmente es creada con fines específicos: promover una agenda política, desacreditar a personas o instituciones, aleccionar, dogmatizar ideas, generar confusión, sembrar discordia, radicalizar o desestabilizar a la sociedad.
Si bien la estrategia de la Desinformación/Manipulación de la información ha existido siempre, actualmente se ha agravado exponencialmente debido a las herramientas tecnológicas a su disposición:
- Velocidad y “Viralidad”
Las redes sociales permiten que la información (o desinformación) se propague rápida y ampliamente. La desinformación puede ser compartida y re-posteada por los Usuarios en segundos, llegando a una enorme audiencia mucho antes que la información pueda ser verificada, corregida o desmentida.
Las redes sociales pueden amplificar la desinformación, tan solo por el volumen de personas que lo comparten, haciéndola más creíble y con mayor alcance que una nota verificada. - Cámaras de eco o “confirmación de opinión”
Los algoritmos de las redes sociales priorizan el contenido que ofrecen basados en las preferencias del Usuario, creando un hilo de noticias personalizadas que son afines a sus creencias y opiniones. Esto resulta en la creación de “cámaras de eco”. Es decir los Usuarios solamente son expuestos a contenido que se alinea a sus ideas y preferencias, creando una red cerrada de información que termina por reforzar, confirmar y hasta dogmatizar las ideas preconcebidas de los Usuarios, haciendo más difícil el acceso a información que pudiera contradecir o contrastar sus ideas o creencias. - Falta de verificación de datos
En las redes sociales, CUALQUIERA, puede publicar y compartir contenido sin un proceso estricto de verificación de datos.
Esta facilidad para publicar contenido permite que la desinformación prolifere libre y sin correcciones. Los Usuarios encontrarán publicada información que proviene de dudosas fuentes (sin conocimiento, experiencia, seriedad, credibilidad o ética). Debido al funcionamiento de las plataformas y la falta de pensamiento crítico, consciencia, criterio o sentido común de los Usuarios, esta información será percibida y consumida como “confiable”. - Atractivo emocional o “clickbait”
La desinformación basa mucho su eficiencia en el atractivo emocional para llamar la atención y generar interacciones. Las plataformas sociales están diseñadas para provocar reacciones impulsivas y emocionales, (“me gusta”, compartir, comentar, suscribirse).
Es por esto que están plagadas de títulos sensacionalistas, engañosos, emocionalmente cargados, exagerados o provocativos (esto es conocido como clickbait), ya que tienden a atraer más clicks e interacciones, sin importar su veracidad.
Esto incentiva la creación y publicación de información sensacionalista, engañosa, superficial o vacía. - Manipulación coordinada
Las redes sociales han sido el lugar perfecto para que personas y grupos maliciosos siembren y distribuyan desinformación para su propia ganancia. Estos grupos o personas interactúan de manera coordinada creando campañas usando cuentas falsas, “bots”, cuentas “hackeadas”, cuentas “clonadas”, cuentas “racimo” entre otras técnicas maliciosas, para crear contenido viral y de tendencia que maximizan alguna narrativa deseada o para sembrar confusión.
En muchas ocasiones las actividades de estos grupos maliciosos, son financiados por gobiernos, grupos políticos y grupos de interés específico para promover su agenda.
El ciberespacio se ha convertido en el nuevo campo de batalla para la guerra de ideas e intereses que es nuestro mundo actual.
Enormes presupuestos se dedican a la propagación de desinformación. Existen gobiernos que cuentan con un ciberejército enfocado únicamente en desestabilizar, de cualquier manera posible, a gobiernos antagónicos.
Grupos ideológicos atacan, desde las sombras y anonimato que el internet ofrece, a sus opuestos buscando promover su agenda, ganar seguidores, desprestigiar a sus críticos y sembrar desinformación que les ayude a lograr sus objetivos.
Aunque las plataformas sociales estén tomando medidas para controlar la desinformación, por el simple volumen que existe, es casi imposible de detener y erradicar.
Mucha de la conversación sobre la desinformación, se centra en la desconfianza de los emisores y canales de transmisión, sin embargo la pieza clave es el Receptor. La verdadera solución a este problema cada vez mayor y con repercusiones más serias, es educar a los Usuarios (receptores).
Contrario al crecimiento exponencial de la tecnología y sus consecuencias, el sentido común, criterio y la conciencia cada vez son menores. Es por esto que es imperativo fomentar la “Alfabetización Mediática”.
Desde 2014, Finlandia incluyó en sus programas académicos (a todos niveles) actividades orientadas a la Alfabetización Mediática. El objetivo es educar a su población para aprender a discernir información válida de la desinformación. Fomentar el hábito de la validación de datos, crear consciencia y competencia para navegar el actual ecosistema informativo, tóxico y contaminado.
La solución la tenemos nosotros como Usuarios al aplicar estas importantes acciones:
- Decidir qué contenidos consumimos
- Practicar y fomentar hábitos saludables para validar la información
- Alejarnos de fuentes y plataformas tóxicas/contaminadas y dañinas.
- Mantener una perspectiva crítica y analítica de los datos
